Bueno, pensaba hacerlo más tarde pero si insistís …
Ante todo, quiero advertir a las personas neuróticas que no lean esta historia y que no voy a ser responsable de las consecuencias, si no siguen mi consejo.
Esta historia también se refiere a mi época estudiantil. Rara cosa, parece que todo lo interesante sucedió en aquella época y, actualmente, no me queda nada más que recordarlo.
Bueno, cuando yo estudiaba en el instituto (así se llamaban en aquellos tiempos en Rusia centros de enseñanza superior; actualmente todos los institutos se convirtieron en las universidades y academias que, sin duda, es de más prestigio), pasabamos la instrucción militar y, al acabar los estudios, nos confirieron un grado de teniente.
Una de las disciplinas era la instrucción de combate que incluía ejercicios de tiros.
Un día hacíamos aquellos ejercicios. Le tocó hacerlo a un chico llamado El Gafotas. Tomó la pistola, apuntó al blanco, apretó el gatillo pero no hubo ningún tiro. Entonces aquel imbécil no pudo hacer nada mejor que volverse hacia nosotros con la pistola en la mano y apretando una vez más el gatillo dijo tranquilamente al instructor: "Mi pistola no funciona." Por lo visto se había olvidado de quitar el seguro. Más tarde, cuando discutíamos el asunto, nos juraba que había estado apuntando por encima de nuestras cabezas. Pero en aquel momento, cada uno de nosotros estaba seguro de que estaba apuntando precisamente a su corazón. Al instructor le dio un soponcio. Se puso palidísimo y con los ojos desorbitados le gritó:
" ¡ Arroja la arma al suelo !" Nosotros también le gritamos: "¿ Qué estás haciendo, idiota ? ¿ Quieres matarnos ?" El Gafotas, muy sorprendido de tal pánico, dejó caer la pistola e incluso levantó las manos demosrándonos que no tenía ninguna mala intención. El instructor que ya estaba punzó le dijo: "Chico, te pongo un aprobado pero tú me juras que jamás tocarás las armas. ¿ Vale ?" Claro que El Gafotas aceptó.
Así que todo acabó bien. Ocioso es decir que aquello fue remojado en debida forma. A El Gafotas lo obligamos a organizar una buena juerga y brindamos por haber salido con la vida y por nuestro bautismo de fuego.
Por cierto, a El Gafotas desde entonces todos lo empezaron a llamar El Killer gafudo.
Espero que nadie se haya desmayado.