espanol.su ::   Форум  |  Вконтакте

"Patente de Corso" de Arturo Perez-Reverte

Жизнь в Испании и Латинской Америке для тех, кому это интересно.
La vida en España y América Latina.

Модераторы: Aplatanado, Wladimir

"Patente de Corso" de Arturo Perez-Reverte

Сообщение Wladimir Пт май 25, 2007 1:27 pm

Insultando, que es gerundio (I)

ARTURO PÉREZ-REVERTE | XLSemanal | 13 de mayo de 2007

Cada vez nos ponen más difícil insultar a la gente. Dirán algunos que no hace falta insultar a nadie, y que cuanto más difícil lo pongan, mejor. Pero dudo que tan edificante argumento sea del todo riguroso. Tal y como anda el mundo, verse insultado –cosa que, por otra parte, a muchos les importa un pimiento– es el único precio que muchos hijos de la gran puta y no pocos tontos del haba acaban pagando a cambio de la impunidad por los estragos que causan. Escueto peaje, a fin de cuentas. Además, para los que somos mediterráneos, o de donde seamos, y se nos calienta con facilidad la boca o la tecla –al arriba firmante más la tecla que la boca, pero cada cual es muy dueño–, ésa es una manera como otra cualquiera de situarse ante las cosas. Háganse cargo: el insulto como punto de vista o como desahogo final, a falta de otras posibles contundencias. Ultima ratio rerum, etcétera. Ante ciertos ejemplares de la especie humana, a muchos el insulto nos fluye solo, espontáneo, natural como la vida misma. Aunque, en lo que a mí se refiere, y en términos generales, lo cierto es que sólo insulto por escrito. En la vida real, fuera de este gruñón personaje semanal cuyo talante, vocabulario y patente de corso me veo obligado a sostener desde hace casi catorce años –faltaría más, amariconarse a estas alturas–, soy un fulano más bien cortés. Gano mucho con el trato, dice mi editora.

Pero les decía que cada vez se hace más cuesta arriba insultar, y es cierto. Lo socialmente correcto exige encaje de bolillos para manejar el buen, sonoro, rotundo, inapelable, higiénico insulto de toda la vida. Uno ve en la tele a cualquier político español, por ejemplo, sin distinción de careto o ideología; y cuando salta como un tigre sobre el ordenador, dispuesto a expresar con el epíteto oportuno los sentimientos que le inspira, se encuentra hojeando desesperadamente el diccionario de la RAE en busca de algo que no hiera sensibilidades ajenas o produzca, ay, daños colaterales. Cosa cada vez más difícil. Y claro. Eso quita frescura al insulto que nos rozaba los labios, o la tecla. Anula toda espontaneidad y hasta le disipa a uno las ganas de insultar. Y la ilusión.

Calificar a tal o cual individuo de retrasado mental, por ejemplo, ya se ha hecho imposible. Si escribo por ejemplo –quedándome corto– que el presidente Bush de los Estados Unidos de América del Norte es un tarado, lloverán cartas de asociaciones respetables argumentando, con razón, que uso despectivamente una palabra que incluye casos dolorosos y conmovedoras tragedias humanas. Lo mismo ocurre si utilizo subnormal, anormal o A. Normal, como en El jovencito Frankenstein. El problema para quienes necesitamos contar cosas o expresar puntos de vista por escrito, es que las palabras y cuanto implican están hechas exactamente para eso; para aplicarlas a la realidad o a la ficción, describiéndolas del modo más eficaz posible. Y se hace muy difícil expresar de otro modo la estupidez, la tontería o la imbecilidad de un individuo al que pretendemos definir como tal. Dirán algunos que bastaría entonces, calificarlo de tonto, de idiota o de imbécil. Pero es que esas palabras significan exactamente lo mismo. Soplagaitas, por ejemplo, ya me lo han hecho polvo. Un insulto tradicional, clásico. De toda la vida. Un eufemismo, convendrán conmigo, muy aceptable para aplicar a quienes consideramos cualificados en el arte, no siempre fácil, de soplar otros órganos o instrumentos especializados. Lo usé hace tres o cuatro semanas, no recuerdo para qué, y acabo de recibir una carta –se lo juro a ustedes por mis muertos más frescos– de un gaitero asturiano o gallego, de eso no estoy seguro, afeándome la cosa. Una falta de respeto, argumenta. Ofensa para todos los gaiteros y demás. Ya ven. Nada comparable, eso sí, con otra carta recibida hace un par de años, de la que di cuenta en esta misma página, cuando unos vidrieros artesanos me reprocharon el uso de la expresión sopladores de vidrio como variante en lo de soplar. Aún me queda en la reserva, es cierto, soplacirios; o lo que es más bonito y más rotundo,sopladores de cirio pascual; pero mucho me temo que, en cuanto use un par de veces tan bella perífrasis, alguna asociación de sacristanes sin fronteras o congregación pía pondrá el grito en el cielo. Siempre me quedará París, es cierto: recurrir, sin ambages, al rotundo y algo explícito soplapollas. Pero tampoco estoy muy seguro de que eso no extienda el círculo de damnificados. O damnificadas.
Wladimir
 
Сообщений: 9145
Зарегистрирован: Чт сен 02, 2004 2:28 pm
Откуда: Rusia

Сообщение Wladimir Пт май 25, 2007 1:28 pm

Insultando, que es gerundio (II)

ARTURO PÉREZ-REVERTE | XLSemanal | 20 de mayo de 2007

Les contaba la semana pasada lo difícil que se va poniendo insultar cuando lo pide el cuerpo; incluso aludir despectivamente a algo que detestas o desprecias, y hacerlo sin vulnerar los cada vez más estrechos límites de lo socialmente correcto. Mencionaba los casos reales de lectores gaiteros –todo es compatible en XLSemanal– indignados cuando utilizo de modo peyorativo, que es casi siempre, la eufemística palabra soplagaitas. O la documentada carta que me dirigió hace un par de años una empresa de artesanos vidrieros afeándome el uso de sopladores de vidrio. Y es cierto que así están las cosas. Ya ni hijo de puta puedes decir impunemente, pues se revuelven como gato panza arriba las señoras del oficio, o –una madre es una madre, al fin y al cabo– su muy digna descendencia. Para quienes necesitamos describir, contar o interpretar el mundo por escrito, el problema reside en que, si aplicásemos al pie de la letra tan restrictivas interpretaciones, sería imposible utilizar palabras descalificadoras o peyorativas, pues siempre habrá un sector de población incluido en ese término, aunque el significado de uso concreto, y evidente, lo deje fuera del asunto. Decir que Ignacio de Juana Chaos, verbigracia, es un canalla y un psicópata será discutido por muy poca gente honrada, excepto –y con razón, claro, desde su punto de vista– por aquellos innumerables canallas y psicópatas que no son, como ese mierda de individuo, conspicuo gudari de la patria vasca, miserables asesinos.

Tanta y tan exquisita sensibilidad, tanto sarpullido tiquismiquis por el uso de una de las lenguas más cultas, ricas y complejas del mundo, embota mucho los filos de la eficacia expresiva –y luego quieren algunos que tengamos estilo–. Imagino que a una mala bestia analfabeta que debe farfullar en el Congreso o en el Senado, sin las más elementales nociones de vocabulario imprescindible, gramática u ortografía, por qué aprueba o niega tal o cual presupuesto, o a un concejal que, previo engrase ladrillero, se cambia de partido y vota la recalificación de algo, no les debe de producir esto demasiados quebraderos de cabeza: cuantos más lugares comunes y más política y socialmente correcto sea todo, mejor. Más votos. Pero a quienes vivimos de darle a la tecla y contar cosas a base de perífrasis, retruécanos y cosas así, nos lo están poniendo crudo. Decir que alguien es aburrido, un insufrible coñazo, por ejemplo, puede echarte encima, cual panteras desaforadas, a las feminatas que anden buceando en la etimología del palabro. Hasta el adjetivo histérico, usado de modo peyorativo, terminará siendo mal visto; pues viene de la palabra griega ístera, que significa matriz. Y con el machismo opresor hemos topado. Etcétera.

Sin olvidar, claro, los nacionalismos, localismos, paletismos y otros ismos de lo mismo. Que ésa es otra. No ya porque gallego, verbigracia, tenga una variante de uso despectivo en algunos lugares de la América hispana –deberían ir los de la Junta correspondiente a reclamar allí, en vez de tocarle los huevos y las matrices a la Real Academia Española–, sino porque, tal como anda el patio, uno está expuesto a todo. Si escribo tonto del culo puedo dar pie a protestas, por supuestas alusiones, de algún afectado por la incómoda –y sin duda honorabilísima– dolencia de las hemorroides. Si recurro al viejo insulto de mi tierra, castizo de toda la vida –que tiene incluso variante familiar y cariñosa–, maricón de playa, me expongo a que cuanto maricón frecuenta el litoral hispano en temporada veraniega ponga el grito en el cielo y me llame perra. En cuanto a epítetos de uso diario, cada vez que escribo capullo lo hago temiendo, de un momento a otro, que alguna cooperativa levantina de criadores de gusanos de seda escriba mentándome a los difuntos. Y cuando digo tontos del haba o tontos del ciruelo agacho las orejas en el acto, esperando el ladrillazo de alguna cooperativa hortofrutícola, murciana por ejemplo, donde el haba, o más concretamente las habicas tiernas, son como todo el mundo sabe cuestión de orgullo patrio. Y para qué decirles si se me ocurre calificar, por ejemplo, a alguien de enano: mental, físico, intelectual o lo que sea. No les quepa duda de que, al día siguiente, el buzón rebosará de cartas enviadas por alguna asociación nacional de enanos, incluida la banda del Empastre y el Bombero Torero, llamándome desaprensivo y fascista. Y hablo casi en serio. O sin casi. Hace tiempo comenté en esta página la carta indignada que, tras calificar de payaso a un político, recibí de una oenegé llamada –lo juro por mi santa madre– Payasos sin Fronteras.
Wladimir
 
Сообщений: 9145
Зарегистрирован: Чт сен 02, 2004 2:28 pm
Откуда: Rusia

Сообщение Wladimir Пт июн 08, 2007 3:22 pm

El presunto talibán

ARTURO PÉREZ-REVERTE | XLSemanal | 27 de mayo de 2007

Me seduce lo fino que hila tanto tonto del culo. La última corrección política elevada al cubo nos la endiñaron hace unos días, contando que en Afganistán han trincado a uno de los que ponen minas como otros aquí plantan tomates. Han pillado al que mató a una soldado española, decía el informativo, citando al ministro Alonso. El presunto talibán, matizaba. Yo estaba a medio desayuno, con un vaso de leche en una mano y una magdalena de la Bella Easo en la otra, y casi me ahogo al escucharlo, porque me dio un ataque de risa muy traicionero, glups, y los productos se me fueron por el caminillo viejo. Incluso, muy serios, los periodistas le preguntaban al ministro si iba a personarse en el juicio.

Y es que yo imaginaba al individuo: un afgano de los de toda la vida, con barba, turbante, cuchillo entre los dientes y Kalashnikov en bandolera en plan Alá Ajbar, hijo de los que destripaban rusos en el valle del Panshir, nieto de los que destripaban ingleses en el paso Jyber, y con la legítima arrastrando el burka por esos pedregales. Presunto que te rilas. Lo suponía de tal guisa al chaval, como digo, sensibles como son los afganos a matices y titulares de prensa, querellándose contra los medios informativos españoles y contra el ministro de Defensa, después de leer El País, El Mundo o el Abc por la mañana y verse llamado talibán a secas y no presunto talibán, ya saben, la presunción de inocencia, las garantías jurídicas y todo eso. O semos o no semos. Y al juez Garzón, acto seguido, tomando cartas en el asunto. A ver qué pasa con el hábeas corpus en las montañas de Kandahar. Mucho ojito. Que también los afganos son personas, oyes. Con sus derechos y deberes, y con la democracia export-import marca ACME a punto de cuajar allí de un momento a otro. Todo es sentarse y hablarlo, y para eso llevamos una temporada convenciéndolos de que adopten, como nosotros, el mechero Bic, la guitarra y el borreguito de Norit. Lo de menos es que talibán no sea palabra peyorativa, sino que describa un grupo social afgano, armado y mayoritariamente analfabeto, con su manera propia de entender el Corán y de paso la guerra al infiel, etcétera. Aquí y allí todos debemos ser presuntos, oiga. Talibanes y talibanas presuntos y presuntas. Por cojones. Para hacer esta muralla juntemos todas las manos, los subsaharianos sus manos subsaharianas, los talibanes sus blancas manos. Etcétera.

Así que ya saben. Presunto talibán. Una guindita más para el pavo. Además, como todo cristo sabe, en Afganistán no hay guerra, sino presunta situación humanitaria, aunque incómoda, donde se disparan presuntas balas y se ponen presuntas minas y se tiran presuntas bombas. Allí, cuando a un blindado con la bandera del toro de Osborne le pegan un cebollazo o se cae un helicóptero, no se trata de acción de guerra, sencillamente porque ni hay guerra ni niño muerto que valga. Lo que hay es una coyuntura de pazzzzz presuntamente jodida, donde nuestros voluntarios para poner tiritas las pasan un poco putas, eso sí, porque no todos los afganos se dejan poner vacunas de la polio ni dar biberones de buen talante, y porque nuestra maravillosa democracia occidental a la española, los estatutos de la nación plurinacional, las listas de Batasuna, la memoria histórica y demás parafernalia se gestionan allí por vías más elementales. A un afgano le cuentas lo de De Juana Chaos y su presunta novia, y es que no echa gota.

En el presunto Afganistán tampoco hay guerrilleros, por Dios. Decir guerrillero tiene connotaciones bélicas, reaccionarias, con tufillo a pasado franquista. Lo que hay son presuntos incontrolados que presuntamente dan por el presunto saco. Nada grave. Por eso cuando allí a un presunto soldado de la presunta España una presunta mina le vuela los huevos –o le vuela el chichi, seamos paritarios– nuestro ministro de Defensa no le concede medallas de las que se dan a quienes palman en combate, que eso de combatir es cosa de marines americanos y de nazis, sino medallas para lamentables accidentes propios de misiones humanitarias y entrañables. Que para eso salen en los anuncios de la tele modelos y modelas buenísimos vestidos de camuflaje pero sin escopeta, diciendo: si quieres ser útil a la Humanidad y trabajar por el buen rollito y la felicidad de los pueblos, y dar besos metiendo la lengua hasta dentro, colega, hazte soldado y ven a Afganistán a repartir aspirinas, que te vas a partir el culo de risa.

Presunto talibán, oigan. Hace falta ser gilipollas.
Wladimir
 
Сообщений: 9145
Зарегистрирован: Чт сен 02, 2004 2:28 pm
Откуда: Rusia

Сообщение Wladimir Вт июн 26, 2007 4:42 pm

Aquí no se suicida nadie

ARTURO PÉREZ-REVERTE | XLSemanal | 24 de junio de 2007

Hablo de memoria, pero creo recordar que, hace unas semanas, a un ministro de Sanidad chino lo fusilaron por corrupto; y otro japonés, tras ser pillado de marrón, se hizo el harakiri en plan grosero, ahorcándose antes de que la Policía le dijera estás servido. Ambos episodios se prestan a comentarios e interpretaciones según el punto de vista de cada cual. En lo que respecta al chino, hay quien verá el asunto con la indignación del que se opone a la pena de muerte, y hay quien opinará que, puestos a meter en algún sitio doce balas de AK-47, las asaduras de un ministro corrupto son lugar adecuado. Yo no voy a pisar ese jardín. Me limitaré a decir que, aunque me parece mal la pena de muerte en términos generales –en casos particulares y personales ya hilo más fino–, el fusilamiento de un ministro de Sanidad corrupto no me quita el sueño, ni en China ni en Leganés; que me disculpen los usuarios de mecheros Bic y el borreguito de Norit. Lo que me desvela, poniéndome una mala leche espantosa, es la impunidad que nuestra confortable y humanitaria España brinda a tanto sinvergüenza, sea ministro o sea gorrilla de aparcamiento junto a la Giralda –y que me perdonen los gorrillas por mezclarlos con esa turbia compañía–. Eso me lleva a hablarles del otro difunto. Del japonés. Porque imaginen el caso. Mikedo Kontodo, o como se llame el fulano, se entera de que lo suyo va a hacerse público, y de que el telediario contará con pelos y señales cómo se lo llevó crudo con terrenos recalificados en Osaka, se conchabó con los yakuzas, trincó comisiones fraudulentas hasta del dibujante de Heidi, y se gastó la viruta con geishas y lumis vestidas de colegialas con calcetines, que eso allí los pone a todos como Yamahas. Así que nuestro primo Mikedo, que tuvo un antepasado samurái en Okinawa, otro en Tsushima y otro con los Cuarenta y Siete Ronin, decide que el deshonor es demasiado para su cuerpo serrano. Así que, para rehabilitarse él y su familia ante la sociedad a la que defraudó, dice Banzai, se pone el kimono, se calza media botella de sake para que no le tiemble el pulso, y como rajarse las tripas le da repelús –hasta los japoneses se están amariconando ya– decide ahorcarse en el jardín, entre bonsáis, antes que verse en boca del vulgo, como la Lirio.

Y ahora tráiganse la cosa para España. E imaginen, si tienen huevos, a ese concejal de Urbanismo, a ese alcalde, a ese diputado, a ese ministro o ministra, enterándose de que va a saberse lo suyo con el constructor Fulano, las prevaricaciones, cohechos y corruptelas diversas, el lío con una guarra de Aquí hay tomate, los setecientos viajes en avión oficial para comprar ropa en Londres, o la grabación de sus conversaciones íntimas con Josu Ternera diciéndole: «Porque sin ser tu marío, ni tu novio, ni tu amante, soy el que más te ha querío. Con eso tengo bastante». Imagínense todo eso, como digo, y al pavo o la pava de turno apesadumbrado por el oprobio, dudando entre soga, veneno o puñal, como en los dramas de Tamayo y Baus. Qué dirán, cielo santo, mis compañeros de partido, y mis votantes, y mis hijos, y los hijos de mis hijos. Y mis ancestros. Tierra, trágame. Adiós, mundo cruel. Etcétera.

¿Verdad que no se lo imaginan ustedes ni hartos de morapio? Pues yo tampoco, y eso que vivo de echarle imaginación a las cosas. Si un político español se entera de que mañana airean su cuenta en Gibraltar, los ladrillos de su compadre o las bolsas con billetes de quinientos euros de su legítima, encoge los hombros, se fuma un puro y marca el teléfono de una sauna de ucranianas. Que venga Ivanka a relajarme, que estoy algo tenso. Entonces vas y le explicas lo del japonés: aquel caballero decidió salvar su honor con esto y lo otro. Samurái, ya sabe. Gente así. ¿No seguiría usted su ejemplo, más que nada para desinfectar el paisaje? Anímese, hombre. Apenas duele. Honor y demás parafernalia. Entonces el fulano, tapando el teléfono con la mano, pregunta de qué vas, Tomás, y te recomienda eches un vistazo a los últimos resultados electorales: pese a los procesos que tiene abiertos por corrupción urbanística, trata de blancas y conducir sin carnet, en su pueblo acaban de reelegirlo por mayoría absoluta. Esto es España, listillo, remata. Que eres un listillo. Aquí estamos en familia; todos somos presuntos de algo, así que no pasa nada. Cuervo no come cuervo. En el peor de los casos, un juicio, fotos y titulares de prensa, algo de talego, y después a disfrutar. Que son dos días. Entre nosotros, chaval: ese japonés era un poquito gilipollas.
Wladimir
 
Сообщений: 9145
Зарегистрирован: Чт сен 02, 2004 2:28 pm
Откуда: Rusia

Сообщение Wladimir Пн сен 17, 2007 2:16 pm

Ava Gardner Nunca Mais

ARTURO PÉREZ-REVERTE | XLSemanal | 9 de septiembre de 2007

Se han cabreado ciertas erizas por mi artículo del otro día, quejándome de que apenas se ven señoras como las de antes: mozas de bandera a cuyo paso temblaba el suelo y se cortaban las respiraciones masculinas. Decía yo que, en vez de Sophías Lorenes, Graces Kellys y otras espléndidas hembras homologadas como tales, lo habitual hoy es toparse con adefesios patosos, lorzas sudorosas y fulanas ordinarias, espatarradas y con chanclas. Y a mis primas les ha sentado mal, sobre todo lo de las lorzas. Además de llamarme machista, neonazi, cabrón con pintas y ciscarse en mis muertos, alguna pregunta qué tengo contra las gordas. Etcétera. Eso me lleva a la conclusión de que no han captado el fondo del asunto, así que voy a explicarlo más claro, por si catorce años de perífrasis y circunloquios impiden entenderme cuando cuento algo. Más que nada, por mi lenguaje oscuro. Además, Javier Marías, a quien mencionaba en el artículo, cuenta que a él también lo están inflando a hostias, sin comerlo ni beberlo. Y pide una rectificación: está de acuerdo con toda la nómina de señoras citadas, incluidas Kim Novak, Donna Reed y Rhonda Fleming; pero él nunca habló de Jane Rusell.

El error básico está en considerar que, cuando describo a una morsa con pantalón pirata ceñido, lorzas relucientes de grasa y camiseta sudada, me refiero al contenido, y no al continente. Quien deduzca burla o desprecio hacia las individuas abundantes es, literalmente, tonto del haba. De entrada, se equivocan las mujeres seguras de que a los hombres nos gustan las churris esmirriadas, tipo Calista Floja o Paulina Rubio. A ver si no confundimos las cosas. Ésas le gustan a Galiano –que se viste de torero–, al simpático muchacho Lagerfeld y a alguno más, hipócritas aparte. En materia carnal –lo intelectual y lo afectivo son otra cosa–, la mayor parte de los varones normalmente constituidos, por mucha literatura y mucho alpiste que echen al canario, prefiere una señora de rompe y rasga, en cuyas gloriosas caderas no se ponga el sol. Y es lógico. También, a fin de cuentas, lo que de verdad hace que a una hembra le tiemblen las piernas –se pongan las feministas como se pongan– no son los quesitos desnatados que van de malotes, ni los charlatanes lánguidos, sino los hombres cuajados con resabios del cazador y el guerrero que fueron hace siglos. Los que dejan las sábanas arrugadas debajo de una.

No se trata, por tanto, de gordas y flacas. Como afirma el título de una película, las mujeres de verdad tienen curvas. La cuestión reside en el empaquetado. Lo que no puede pretender una pava metida en kilos –y conozco a algunas que son señoras espléndidas– es meterse en una camiseta tres tallas más pequeña, ponerse un pantalón pirata que deje la raja del tanga al descubierto y rebose chicha por los flancos, no ducharse en dos días, y que encima la llamen guapa. Y si a eso añadimos la ordinariez que tanto abunda, la mala educación, la ausencia absoluta de maneras y la imitación de cuanta retrasada mental aparece en la tele dándoselas de señora, el resultado es inevitable: desagradables tocinos sin fronteras que se creen divinas de la muerte, marmotas domingueras que no saben ponerse tacones cuando lo intentan, y tías vestidas, los días de boda, con vestido largo a las diez de la mañana, como si vinieran de cerrar un puticlub de los de antes.

Para acabar, otro argumento: el de la eriza que escribe preguntando por qué diablos, si pasa el día en el curro, vuelve hecha polvo y trae a los niños del cole, tiene que vestirse de Ava Gardner en vez de ir cómoda. Aparte de la dudosa comodidad de vestir embutida como una morcilla, la respuesta es simple: no tiene por qué. Nadie la obliga, y lo de doña Ava es sólo una forma de hablar. Pero que no me exija respeto con su camiseta ceñida y sucia, su tripa al aire, su impúdico mal gusto y su desvergüenza, como tampoco me gusta el fulano de axilas sudadas, piernas peludas y chanclas que encuentro en la calle. Vestidos para matar o para ver la tele en casa, se trata de buenas maneras, nada más. En varones o hembras, esas maneras sólo pueden darse por tres motivos: genética, educación o esfuerzo personal. La plataforma Ava Gardner Nunca Mais permitirá, al menos, que quienes conocemos a mujeres capaces de combinar trabajo, casa y cole de los niños con saber cruzar las piernas, usar tacones cuando se tercia, llevar un vestido, o quitárselo, las prefiramos al resto. A una señora digna de ese tratamiento debería bastarle una tarjeta de boda como la que una amiga mía envió este verano a sus invitados: «Caballeros, sin corbata. Señoras, como Dios manda».
Wladimir
 
Сообщений: 9145
Зарегистрирован: Чт сен 02, 2004 2:28 pm
Откуда: Rusia


Вернуться в Культура - искусство - туризм / Cultura - Arte - Turismo

Кто сейчас на конференции

Сейчас этот форум просматривают: нет зарегистрированных пользователей и гости: 53



Rambler's Top100