Entonces, aquí está el siguiente texto. Por desgracia, no pude entender una réplica
. También creo que este cuento a los niños los confunde, porque
Solón era él quien había creado las leyes de Atenas, y el sabio Salomón no era griego de ningún modo y no tiene nada que ver con esta leyenda
http://ru.wikipedia.org/wiki/Крез
-¿Quién como yo? Soy el hombre más felíz del mundo…
Hace varios miles de años vivía en Asia un rey, cuyo nombre era Croasio. El país, en el cual reinaba, no era muy grande, pero su gente era muy próspera y tenía fama de vivir muy bien. También se decía que Croasio era el hombre más rico del mundo, y tan conocido fue, y es aun su nombre, que incluso hoy, cuando se hace referencia a alguien muy rico, se suele decir: es tan rico como Croasio. Un verano vino a visitarle un hombre muy importante, que venía de más allá de los mares. El nombre de este gran hombre era Salomón, quien había sido el creador de las leyes de la ciudad de Atenas. Era ámpliamente conocido y respetado por su gran sabiduría.
- ¡Bienvenido a mi casa, sabio Salomón!
- Gracias, famoso rey Croasio.
Croasio se sintió más feliz y orgulloso que nunca, pues tenía como huésped al hombre más sabio del mundo. Al anochecer, el hombre más sabio y el más rico del mundo se disponían a cenar juntos.
- Dime, Salomón, ¿quién es el hombre más feliz de la Tierra?
- En Atenas hubo un hombre muy pobre, cuyo nombre era Telios. El, sin duda alguna, era el más feliz de todos los hombres.
- ¿Por qué?
- Porque era un hombre honesto. Trabajó árduamente durante años para sacar adelante a sus hijos y darles la mejor educación. Y cuando los niños se hicieron mayores, Telios se dedicó a hacer el bien en su país. ¿Puedes imaginarte a alguien más feliz que él?
- Quizás… ¿Y quién es el más feliz después de este Telios?
- En Grecia conocí a dos hombres. Su padre murió cuando ellos eran niños, y estaban ensumidos en la miseria. Ellos trabajaron intensamente para seguir manteniendo la casa y apoyar a su madre, que estaba enferma. Año tras año, no pensaron en otra cosa que no fuera en el bienestar de su madre. Cuando ella murió, dieron todo su amor a Atenas, su ciudad natal. Y le sirvieron noblemente por el resto de sus días.
- Ya veo. Pero, ¿por qué no me tomas en cuenta? ¿Acaso crees que toda mi riqueza y mi poder no son nada? ¿Por qué colocas a estos hombres por encima de mí?
- Oh, rey… Nadie puede saber, si una persona es feliz, hasta que muera.
- ¿Por qué?
- Porque nadie sabe, qué sinsabores le pueden afectar, o qué miserias puede sufrir. Aunque viva en un lugar de tanto esplendor como tú.
Muchos años después surgió en Asia un poderoso rey, cuyo nombre era Ciro. El rey Ciro fue de un país a otro, anexando reinos a su gran imperio Babilonia. Croasio con toda su riqueza resistió a Ciro hasta que le fue posible. Finalmente su ciudad fue tomada y su bello palacio quemaron.
- ¡Oh insensato! ¿Por qué hemos perdido mucho ??....?
- ¡Oh mi riqueza!
- ¡Soldados! ¡Llévenselo!
Los soldados llevaron a Croasio a rastras al mercado entre empujones y malos tratos. Luego, ataron al infeliz rey en el centro y se burlaban de el, diciendo:
- ¿Qué puedes hacer por ti ahora? Ni toda tu riqueza puede salvarte.
Al oir esto, el rey Croasio recordó las palabras de Salomón.
- ¡Salomón! ¡Salomón!
- ¿Por qué gritas así?
- Ciro, rey de los Persas, algun día.. algun día te puede pasar lo mismo que a mí.
- ¿Cómo?
- Sí, yo, Croasio, me creí el rey más rico y el hombre más feliz de la Tierra… ¡Y mírame! ¡Mírame, aquí, aquí..soy tu prisionero!
Entonces, Ciro se desmontó de su caballo, y Croasio le contó todo lo relacionado con la visita de Salomón a su palacio. La historia impactó profundamente a Ciro, quien se quedó pensando en aquellas palabras.
- Nadie sabe, qué sinsabores te afecten, o qué miserias puedas sufrir en este lugar de magnífico esplendor…
Y se preguntó a sí mismo cómo se sentiría si alguna vez él también llegara a perder todo su poder y haberse indefenso en manos de sus enemigos.
- Debemos tener piedad y demostrar compasión por aquellos que se encuentran en desgracia. Voy a hacerle a Croasio lo que quisiera que me hicieran a mí. ¡Soldados! ¡Detenga la guerra y ponle en libertad a Croasio!
Desde entonces, el rey Ciro cambió y mostró su generosidad, tratando a Croasio y a todos sus enemigos como a amigos muy queridos.