
Los ultras rompieron lamparas y ventanas en vagones del metro.
Detenían los coches en las calles y obligaban a los choferes y pasajeros brindar por la victoria y gritar: "¡Zenit es campeón!". Si se negaban, les rompían los coches.
Yo, por si las moscas, sigo gritando hasta ahora. Y brindando.

